martes, 19 de noviembre de 2013

Confianza en la red. Parte 3

Confiar en quienes confiamos y dudar de los desconocidos parece ser la máxima que se puede imponer en un futuro próximo. 

Los límites de la confianza ciega, el caso de las redes sociales

En la historia de la Web, se vienen sucediendo revoluciones tecnológicas que abren nuevas perspectivas y posibilidades, que en todo caso han fructificado gracias al favor y confianza depositada por el usuario. Primero fue la fiebre de los blogs que ya en 1997 comenzó a fraguarse hasta que aparecieron los primeros servicios de publicación gratuitos de los cuáles cabe destacar Blogger. Los blogs o bitácoras se concibieron como un mecanismo de publicación dinámico que permite contar un hecho, una historia, una vivencia o una opinión con una agilidad y una inmediatez que hasta la fecha no se había visto. Ello implicó centenares de miles de historias que alimentaron la Web de contenidos personales, científicos, educativos, profesionales, cuyo seguimiento fue posible gracias a los canales de sindicación, un método de redifusión masiva de la información que cualquier usuario podía utilizar libremente. A partir de este punto empezó a gestarse una nueva idea de dinamismo en las comunicaciones en la red, aparecieron formatos de publicación minimalistas, como los microblogs y como consecuencia casi natural de la inmediatez en la comunicación y la necesidad de humanizar la web, surgieron las primeras redes sociales. Es verdad que en algunos casos el blog de una cándida adolescente resultó estar escrito por un varón de pelo en pecho y entrecano, para gran desilusión de los fans de ese blog.

Este fue el caldo de cultivo en el que se fraguó el mayor "Gran Hermano" de Internet. Pensemos por un momento que gracias a los canales de sindicación no sólo es posible saber lo que se publica en miles de páginas web a la vez, sino que también fue posible seguir los comentarios y conversaciones que miles de personas tenían libremente en servicios como Facebook o Twitter. Estos programas informáticos, también denominados agregadores, comenzaron a estar al alcance de más personas y teóricamente era perfectamente factible prepararlos para recopilar toda esta información. Esto suponía un peligro muy importante, puesto que si bien, los contenidos de los blogs y páginas web son deliberadamente publicados para su difusión, las conversaciones personales y los debates que se producían en las redes sociales tenía como finalidad interconectar a los amigos y, por tanto, la mayoría de las veces no tenían la pretensión de su difusión pública y mucho menos de permitir su recopilación y procesamiento inteligente para otros fines. 

Entre otros fines, se podría utilizar el procesamiento inteligente para conocer si la población de un país está de acuerdo con las últimas medidas económicas de un gobierno o, permite un seguimiento directo de opositores, activistas o rivales al conocer donde estuvo y con quien estuvo. También puede servir para realizar campañas de concienciación encubiertas, cambiar la forma de pensar de las personas por medio de la introducción de temas de debate, crear polémicas y tendencias puramente artificiales para lograr un objetivo final bien planificado, en definitiva servir de laboratorio, oráculo y mesa de operaciones para la ingeniería social. Imaginemos por un momento que nuestros gobernantes, fueran quienes fueren, tuvieran la capacidad de dirigir a su pueblo como un rebaño, con la precisión con la que un pelotón de infantería desfila el día de la fiesta nacional. Probablemente el coste y el desgaste que actualmente supone la gobernanza, se reduciría al máximo, proporcionando una impunidad y libertades absolutas para que cumplan su plena voluntad. Dicho párrafo, puede parecer la teoría de una conspiración pero viene siendo una realidad desde hace mucho tiempo. De hecho en el año 2011 se destapó en diversos medios que el ejército de Estados Unidos estaba desarrollando programas informáticos capaces de crear perfiles falsos con la clara intencionalidad de manipular la opinión pública. Al parecer se estarían creando miles de perfiles gestionados por programas informáticos capaces de simular conversaciones, realizar subversión y manipular la conciencia colectiva de los usuarios, con el objetivo de ayudar a pacificar países como Irak y Afganistán, según indica Parmy Olson, redactora de la revista Forbes. No es de extrañar el uso de estas tácticas, puesto que se logra acceder a una de las formas de ocio y esparcimiento de la juventud en aquellos países, que a su vez supone también un foco de captación de futuros terroristas, tal como especifica el investigador Miguel Ángel Cano Paños en su artículo "Internet y Terrorismo Islamista. Aspectos Criminológicos y Legales".

Si bien el caso planteado atañe a la lucha contra el terrorismo, el uso de la información y la manipulación activa de las redes sociales es un hecho necesario para la seguridad, también pueden existir tentaciones que conlleven un uso menos ético, responsable y por ende interesado. Mientras tanto, la sociedad ha vivido de espaldas a estas tensiones y luchas de la información. La web social es gratis, inmediata, curiosa (en el sentido completo del término). Todo el mundo puede hablar con quien quiera en cualquier lugar, a fin y de cuentas se trata de un mundo feliz en el que la relevancia social depende de los seguidores virtuales que tenemos, un mundo de apariencia, egolatría y pura imagen de lo que las personas quisieran ser y por ende, de las apariencias. La comodidad y satisfacción que millones de personas encuentran en estos servicios, se traduce en una relajación completa de su instinto natural de protección y alerta, consiguiéndose una sedación que se traduce en una confianza ciega completa y perfecta. El usuario olvida que pueden obtener información personal para utilizarla en su contra, que carece de intimidad, que sus datos pueden ser utilizados para realizar estudios de mercado, que al margen de la dimensión humana de la interrelación con otras personas, a su costa se están lucrando miles de empresas que pueden saberlo todo sobre nosotros. Actúa por tanto un sentimiento de colectividad tan fuerte que en muchos casos prevalece sobre la individualidad. Es este punto en el que el hombre del siglo XXI ha cedido inconscientemente sus libertades en pro del bien común de unos pocos. Las preguntas que podemos hacernos son las siguientes ¿Cuáles son los límites de esta relación de confianza? ¿Cuáles son los límites de la manipulación de la información? ¿Qué ocurrirá con las personas que no aceptan la web social? ¿Se están implantando medidas personales de protección en las redes sociales? ¿Garantizan los prestadores del servicio de redes sociales la reserva de los datos personales?

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Confianza en la red. Parte 2

Otro tipo de confianza en la Red es la que se produce entre el internauta y sus proveedores de contenidos. El gran éxito de Google se encuentra en que somos muchos los que consideramos que los resultados de este buscador satisfacen nuestras necesidades. Confiamos en Google a la hora de buscar la información.

Cuando Bing jugó a ser Google

Un episodio bien conocido, que ilustra la desconfianza y la competencia feroz del mundo en el que vivimos, es el caso de plagio entre buscadores. Esto es lo que ocurrió con Bing, un buscador llamado a ser la competencia directa de Google, la alternativa plausible a su dominio hegemónico. Su constitución en el año 2009 fue el resultado de la unión de dos buscadores, Live Search de Microsoft y Yahoo Search, que tomaron como propio, el dicho de que la unión hace la fuerza. El contexto en el que esto sucedía era preocupante, puesto que en términos de cuota de usuarios (consultado en StatCounter), Google aglutinaba el 90% del total, frente al 4,35% de Yahoo y el 3,31% del recién creado Bing. Si bien el dominio de Google nunca se vió amenazado, si se observó un cambio de tendencia durante su primer año de vida, Bing comenzó a incrementar el número de usuarios alcanzando la segunda posición en el ranking de los principales buscadores de la Web. ¿A qué fue debido este cambio? Un artículo esclarecedor de este hecho fue publicado en 2010 por Miguel Ángel López Trujillo, experto reconocido en la cultura del emprendimiento y la comunicación, en el que valoraba muy positivamente el buscador Bing, llegando a citar “inconscientemente” el quid de la cuestión:
<< Los resultados de sus búsquedas [refiriéndose a Bing] son igual de valiosos que los de Google, o al menos en la “milla de oro” de los primeros 10 resultados >>
Es muy posible que decenas de miles de usuarios, empezaran a darse cuenta de que los resultados que proporcionaban ambos buscadores eran muy similares, incluso llegando a parecer mejor ordenados en Bing. La posibilidad de que Bing hubiera acortado en tan reducido lapso de tiempo la brecha tecnológica con Google supuso una pequeña victoria que poco tiempo después se tornaría en una decepción, o como los más modernos lo denominan un “bluff” o fanfarronada tecnológica, realmente original y astuta. De hecho no sólo los resultados de Bing eran igual de valiosos que los de Google, sino que en realidad Bing copiaba los resultados de Google, mejorando posteriormente su ordenación. De esta manera resultaba menos evidente. Este método fue desvelado por Google después de realizar diversas investigaciones al comprobar que  cualquier cambio realizado en sus algoritmos, era reproducido con un altísimo grado de coincidencia en Bing. Sin duda alguna, de no haberlo averiguado, Bing sería el sueño dorado de cualquier empresario, ya que los avances tecnológicos de la competencia eran automáticamente replicados sin tocar una sola tecla. Se estima que la barra libre duró sólo hasta febrero del año 2011, momento en el que Google presentó quejas formales acusando a Bing de copiar indiscriminadamente sus resultados. Como es lógico el mazazo para Bing fue considerable, puesto que el 1% de usuarios que había logrado ganar, lo perdió rápidamente y no volvió a recuperarlo hasta el mes de septiembre de 2013. La desconfianza que generó la publicación de las pruebas del plagio hizo ver a muchos usuarios que la fuente de información principal seguía siendo Google, al margen de otras alternativas, que como mínimo necesitaban replicar, copiar o tomar prestado los datos y contenidos para poder ser competitivos.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Confianza en la red. Parte 1

En nuestra vida estamos constantemente evaluando a personas, a situaciones, a mensajes… una mirada, un comentario, un tic puede hacernos perder la confianza en un vendedor, un profesor, un amigo o una empresa. A veces se hace de forma consciente, en otras ocasiones es algo que casi ni percibimos, pero que nos hace dudar o, simplemente desconfiar. 

La confianza, de un valor intangible a un elemento esencial de la red 

La Red que hoy en día conocemos es el espacio de información y documentación más importante que jamás haya sido proyectado por el hombre. Esta afirmación es consecuencia de la evolución permanente y continua del pensamiento humano y de la necesidad de proyectar el conocimiento en un espacio atemporal en el que podemos encontrar informaciones, documentos, canciones… que fueron colocadas hace mucho tiempo. Incluso es posible encontrar datos sobre uno mismo que ya habíamos olvidado. Un sistema que se retro-alimenta y adquiere nuevas dimensiones cada día, no sólo en lo que al volumen se refiere, sino en cuanto a las realidades y hechos representados en la red, así como los valores intangibles de quienes participan en la red: prestigio, confianza, volumen de negocio, belleza en el diseño...

En el comercio electrónico de los bienes de consumo, normalmente de objetos tangibles (palpables), el proceso de compra es diferente en la Red a cuando se acude a una librería para comprar la última edición de una novela. Pese a que la decisión de compra ya está tomada, en la librería un buen librero nos podría aconsejar y orientar -¡léase antes el primer libro de la trilogía!- Aunque en ambos caso confiamos en la calidad del libro que estamos comprando, porque hemos consultado a terceros, leído reseñas de periodistas y escritores. En definitiva, nos hemos formado una idea del contenido que esperamos encontrar. Dicho de otra forma, hemos adquirido suficiente confianza como para comprarlo y disfrutar de su lectura. Pero qué sucede cuando el libro nada tiene que ver con la crítica literaria o con los consejos recibidos. No sólo el lector se siente engañado, sino que desconfiará del autor de dicha novela y probablemente no volverá a comprar ninguna de sus obras. Incluso la desconfianza alcanzará a quienes nos recomendaron el libro. Por tanto es la confianza de los lectores, el factor principal que sustenta en gran medida el éxito de los bestsellers, de determinados críticos literarios y de concretas páginas sobre literatura. 

Además cuando se compra el libro por la red afrontamos otras incertidumbres: ¿nos llegará el libro que hemos pagado? ¿Estará en buenas condiciones o el transporte lo habrá deteriorado?

La confianza es esencial en la Red. Nos informamos por este periódico digital y no por un portal genérico, porque confiamos más en el verdadero trabajo periodístico. Permitimos el uso de cookies en esta página web y no en aquella otra según la confianza que tengamos en el responsable de la Web, en concreto de cómo va a tratar mis datos personales relativos a preferencias, navegación… Compramos en este portal y no en otro, porque nos ofrece mayor seguridad. Participamos en este sistema de subastas y no aquel otro, porque en ese segundo nunca hemos conseguido nada, nada más que perder dinero. Todo esto pone de manifiesto la importancia de la confianza en las relaciones que se establecen en la Red.

Los sujetos que participan en Internet necesitan de la confianza en sus relaciones, hasta el punto que para un correcto funcionamiento de la Red se convierte en algo imprescindible. Esa confianza puede referirse a diferentes relaciones. Entre ellas la relación que se da en la publicidad.

El caso de Google AdSense

La publicidad es un elemento esencial en el desarrollo de las empresas cuyos servicios se ponen a disposición del público, pero también es un medio de financiación de los proveedores de contenidos y de los buscadores, como es el caso de Google. Esta empresa en el segundo trimestre del 2013 obtuvo unos ingresos consolidados de 14.100 millones de dólares, de los cuales los ingresos por publicidad y otros servicios fueron de 13.100 millones de dólares.

La publicidad se convierte en un imprescindible medio de financiación, pero puede ser también el talón de Aquiles de las compañías. Ya en épocas tan tempranas como el año 2005, nos encontramos un hecho que demuestra esta teoría. Google, el buscador más importante del mundo, fue demandado debido al conocido fraude de los clics. El modelo de negocio se basaba en el pay per click (PPC), es decir, si un usuario hace clic en un anuncio, Google y la página anunciante reciben una pequeña cantidad de dinero. De esta forma cualquier usuario del programa de anuncios podría mejorar su visibilidad, ventas y por ende su negocio en la red. Pero la aparición de personas, programas e incluso empresas dedicadas exclusivamente a presionar el botón del ratón, generó que alrededor de un 20% de los clics fuera ficticio. De hecho la desconfianza generada fue tal, que en el año 2006 se llegó a especular que dicho fraude podría destruir la economía de la red, tal como se señaló en la prestigiosa revista Wired. Por otra parte ya en el año 2007, el portal de noticias tecnológicas ZDNet se hacía eco de la información publicada por Google, relativa a las pérdidas generadas por el problema de los clics, estimadas en 1 billón de dólares. A raíz de tales problemas Google desarrolló mecanismos de seguridad e intentó erradicar dicho problema, hasta lograr un cambio en la opinión de sus usuarios. Tal es así que Google, en su página comercial de soluciones publicitarias, lo explica de esta forma:
<< La relación entre Google, los anunciantes y los editores se basa en la confianza >> << Nos tomamos muy en serio esta confianza, pues sabemos que las redes publicitarias de Google no existirían sin ella…>> << Al mantener la confianza de nuestros anunciantes y proporcionar un campo de juego de nivel para todos los participantes de la subasta, facilitamos a los anunciantes el realizar una planificación detallada de su inversión y calcular las ofertas que sean económicamente rentables para su negocio. >>
Queda claro que el negocio de Google se basa en la confianza, un valor que apuntala su importante crecimiento y su papel protagonista en la Web, a tenor de sus últimos resultados. Pero cabe preguntarse ¿Cuánto tiempo se logrará mantener dicha confianza? ¿Hasta qué punto es Google inexpugnable? ¿Existe una nueva burbuja relativa al fraude de clics? Resulta inevitable, un constante balance de fuerzas en el lucrativo negocio de la publicidad en internet, por ejemplo en el año 2004 el portal de noticias WebProNews publicó la curiosa noticia del arresto de un ciudadano estadounidense, después de vender un programa informático que hacía uso de una vulnerabilidad en el servicio AdSense, por la que era capaz de hacer clic en los anuncios automáticamente. 

Mucho más reciente es la noticia publicada en 2012 por Portal Tic de la agencia Europa Press, en la que se pone de relieve, que uno de los objetivos de los ciber-delincuentes es la vulneración de Google AdSense, casi siempre mediante técnicas de suplantación del código de los anuncios. 

Google en su plena consciencia del problema, viene desarrollando contra-medidas, según publican diversos medios, entre ellos Fayer Wayer. Éstas consisten en incentivar el descubrimiento de las brechas de seguridad en sus servicios y programas, por las que ya ha pagado más de 2 millones de dólares en premios. De esta forma se reduce la tentación de delinquir, la seguridad del servicio se mantiene y con ello la confianza del usuario.